Ayer fue otro glorioso episodio del culebrón Brexit, cortesía de la activista Gina Miller, que ha conseguido que el Tribunal Supremo británico se pronunciara contra el cierre temporal del parlamento decretado por Boris. El tribual ha irritado a la casta brexitera; y en particular Jacob Rees-Mogg no ha decepcionado: sostiene que la sentencia es un “golpe de estado constitucional.” Atención al oxímoron pues los golpes de estado por lógica nunca pueden ser constitucionales.